domingo, 23 de marzo de 2008

Timo para, Villa marca y Arizmendi decide en el Bernabéu

Existe una máxima que vendría a decir que si pones en práctica una idea y además funciona, por qué habría que cambiarla. Pues eso es lo que el Valencia hizo. Si salió bien ante el Barça, raro sería que no sucediera lo propio en la capital. Se sufrió mucho al entregar el balón al rival y mantener apretados los dientes atrás, pero se dio con una seña de identidad propia, la contragolpeadora. El Guaje mandó callar al Bernabéu en dos ocasiones, replicando -al segundo y el segundo- a Raúl. Hildebrand evitó las embestidas, Villa volvió por sus fueros y Arizmendi sentenció con maestría. A fin de cuentas esa fue la clave de la resurrección liguera.

El espíritu copero nunca se fue. Parece ser que este Valencia es otro desde que está a hora y media de levantar otro título ante el Getafe. Ha recuperado la ilusión. Y apelando a la consigna que ya diera sus frutos el pasado Jueves Santo, Koeman decidió matener el molde a pesar de mover un par de piezas del tablero. Los de Mestalla ya saben a lo que juegan. Con una retaguardia bien amarrada, los contaataques son ahora su piedra angular.

Ya desde los primeros compases quedó bastante claro que los de Koeman iban a imprimir velocidad a sus acciones para así tratar de hacer daño a la espalda de una defensa de por sí vulnerable. David Villa ya se coló entre Pepe y Cannavaro un par de veces antes de cumplir los 5 minutos de juego. El conjunto blanco salió un tanto aletargado y perezoso, lo que ayudó a que los de Mestalla se plantaran cómodamente sobre el césped de La Castellana y no perdieran el sitio en ningún momento. La carencia de un hombre arriba de referencia de la talla del holandés obligó a retocar el planteamiento. Robinho, como el equipo se entonó con el paso de los minutos. Paulatinamente el Real Madrid fue elaborando sus acciones con más pausa y sentido, sin perder la posesión con tanta facilidad. Hasta que llegaban a las inmediaciones de Timo, donde no encontraban el lugar para moverse como quisieran y se estrellaban con la zaga ché. Antes de la media hora ya quedó claro que el conjunto de Koeman no quería el balón, pero eso no quería decir que los locales estuvieran más cerca de salirse con la suya. De hecho, una buena recuperación del recién incorporado Helguera -lesión de Marchena por un balonazo- acabó con el esférico en los pies de Silva. El canario, sin dudarlo, cedió a Villa para que el Guaje, solo ante Casillas, cruzase el balón ante la salida de Iker. Corría el minuto 33.A renglón seguido -en el 34'-, y fruto de un cabezazo a centro de Robinho, Raúl volvió a colocar las tablas en el marcador. De ahí al descanso, los locales se volcaron, mientras que Villa mantenía en tensión a la parroquia del Bernabéu.


Tras el paso por la caseta, el dominio local se hizo más aparente, al igual que los contragolpes blanquinegros. Tras diez minutos disputados de la reanudación, otra vez Raúl González veía puerta. En este caso para adelantar a sus compañeros gracias a un apse de Guti que lo dejó en disposición de batir a Timo junto a la cepa de su palo izquierdo. Schuster ya parecía más tranquilo y los blancos se las prometían muy felices. Hasta que casi medio año después Clos Gómez señaló un claro penalti a favor de los valenciansitas. Cannavaro derribó a Silva, después de que este le dejara clavado al tapete.Villa replicaba así la ventaja cosechasda por el capitán merengue.Entonces y a partir de ese momento, Timo Hildebrand hizo todo lo que estaba en su mano y un poco más para que sus colegas no perdieran el partido. El Madrid lo intentó de todos modos, incluso dieron algún palo, pero ni por esas.





Timo estuvo inconmensurable y fruto de ese acierto bajo los palos llegó una nueva acción a la contra de los de Koeman. Arizmendi se marchó por su carril, llegó hasta el fondo, avanzó, levantó la cabeza con la mirada postrada en el punto de penalti, y sin ángulo y cuando nadie lo esperaba, empujó el balón a la red por un hueco casi imperceptible entre el pie de Iker y el palo del marco local.El 2-3 hizo mucho daño, no solo por el hecho de ser en el 90 -que también-, sino porque el Madrid agotó todas las posibilidades y no encontró respuesta. El asedio blanco a la meta de Timo fue constante, epro a la vez estéril. Ocasión tras ocasión se marchaban al limbo.Con este triunfo en la Liga, y después de asegurar que en lo que toca pensar ahora es en el tornero doméstico hasta que llegue mediados de abril, el Valencia revive en un Domingo de Resurección que acaba de enganchar a los de Koeman con su afición y deja un magnífico triunfo para el recuerdo.

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